Ficha de partido: 19.03.1980: Valencia CF 4 - 3 FC Barcelona

Ficha de partido

Valencia CF
Valencia CF
4 - 3
FC Barcelona
FC Barcelona

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Enrique Saura
10'
Canito
15'
Landáburu
26'
Rainer Bonhof
39'
Mario Kempes
40'
Descanso
45'
ZuviríaMartínez
69'
EstebanCarrasco
74'
Enrique SauraAsist: Pablo Rodríguez
77'
Mario Kempes (Pen.)
88'
Canito
89'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Mestalla
Aforo: 55.000 espectadores
Ubicación: Valencia (Valencia) 
Inauguración: 20/05/1923

Rival: FC Barcelona

Records vs FC Barcelona

Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)

Crónica

Tarde de sol, aunque llovió previamente al encuentro. Se jugó con luz artificial. Llenazo en el Luis Casanova. Cuarenta y cinco millones de recaudación. Ovación a ambos equipos al saltar al campo a los sones del pasodoble «Valencia». Actuó de delegado de la UEFA el británico Mr. Mullen. Esta vez, sin embargo, no hubo ningún tipo de incidentes, El campo estaba apercibido por la UEFA y se había realizado una gran campaña publicitaria pidiendo corrección a los espectadores. El comportamiento del público fue ejemplar (apenas algunas tracas) y también el de los jugadores.

Goles: 1-0, minuto 10, falta sacada por Kempes con remate inicial de Saura, rechace de la defensa, remate de Arias, nuevo rechace y por último Saura, con un gran disparo por bajo, hace subir al marcador el primer tanto. 1-1, minuto 15, falta de Botubot a Simonsen al borde derecho del área, la saca Rexach muy templado y Canito a placer, cabecea fuera del alcance de Manzanedo. 1-2, minuto 26, tiro de Landáburu desde fuera del área que, increíblemente pasa por debajo del cuerpo de Manzanedo y llega a la red ante la estupefacción general. 2-2, minuto 29, error por error, Olmo con todas las ventajas de su parte, se queda quieto como una estatua de sal y permite que Bonhof, que ya había dado por perdido el balón, se dé la vuelta, se haga con él, sorteé la salida de Artola y algo escorado fusile el empate a dos. 3-2, minuto 33 de la segunda parte, contragolpe del Valencia que inicia Pablo sirviendo a Saura, quien desborda a toda la defensa, observa la posición ligeramente adelantada de Artola, y dunque tiene a la izquierda a Kempes en buena posición, opta por lanzar un cañonazo impresionante que se cuela por la escuadra del portero azulgrana. Un golazo que provoca el delirio. 4-2, minuto 37, Saura cae entre Olmo y Ramos dentro del area, el árbitro parece dudar un momento pero finalmente señala el punto fatídico. Lanza el máximo castigo Kempes, con la izquierda y una leve paradiña, engañando a Artola. 4-3, minuto 43, jugada personal de Canito que, desde fuera del área pica hábilmente con la derecha el balón clavándolo por la escuadra de Manzanedo. Una bella rúbrica para un partido trepidante.

Tres minutos, ese fue el tiempo en el que lo que parecía «a priori» un milagro futbolístico se hizo realidad en el marcador. Del 26 al 29 del primer tiempo, el FC Barcelona dominó el encuentro y la eliminatoria, merced al valor doble de los goles marcados en campo contrario. El Luis Casanova enmudeció, las innumerables banderas valencianas que poblaban los graderíos desaparecieron como arrebatadas por un vendaval. Los hombres de Di Stefano en el césped, temblaban como flanes, pero un ingénuo e incomprensible error de Olmo, volvió a dejar las cosas como estaban al principio. El Valencia había pasado su momento de pánico, aunque durante muchos minutos, de hecho hasta el cuarto de hora final del encuentro, flotó la inquietud entre los aficionados «ches».

Ninguno, probablemente, se imaginaba una tarde tan llena de angustias y cargada de emociones tras el 0-1 del «Camp Nou». Quizá por ello la alegría final, aún con el justo recorte del gol de Canito, fue delirante y el campo se vino abajo a los sones del himno valenciano. El júbilo era comprensible, porque además, con errores incluidos, se había asistido a un partido de vibración inusual, disputado con enorme entrega pero con corrección, esmaltado con siete goles (ahí es nada en estos días), y como culminación, el Valencia estaba en las semifinales de la Recopa.

Para el Barça, lógicamente, la moneda ofrecía la cara triste. Sin embargo, hay muchas formas de perder. En San Sebastián, en el primer adiós de la temporada, los azulgrana sucumbieron humillanteniente en la Copa del Rey. Esta vez, las cosas han sido radicalmente diferentes, aunque el desenlace sea en definitiva el mismo. Esta vez, en Valencia, ha caido un campeón de la Recopa y lo ha hecho dignamente, vencido por el peso de una ida adversa que era un lastre considerable, vencido por un adversario siempre temible por el «punch» que atesoraron sus individualidades, vencido por el propio infortunio de un lance, el de Olmo, que ocurrirá uno de mil partidos hay que señalar, con todo, que también el 1-2 en error monumental de Manzanedo. Pero la derrota no ha tenido sabor amargo, porque los azulgrana han luchado al límite de sus posibilidades y han caído con las botas puestas.

Primer tiempo de infarto. Apenas habían transcurrido 30 segundos de juego cuando el primer aviso azuigrana daba la razón a Di Stéfano y H.H., dos de los que más habían insistido en que quedaban 90 minutos por dilucidar. Sabe más el diablo por viejo que por diablo. Fue del canto de un duro, mejor sería decir de la providencial intervención de Manzanedo, que el enorme remate de Rexach no nivelara de entrada la confrontación. Tuvo conciencia del peligro el Valencia y una furiosa internada de Kempes amenazó seriamente a Artola. Los primeros gritos de Kempes, Kempes, atronaron en el estadio. Marito era la mayor esperanza para el encuentro, los que le van, los que siempre juega a tope. Sin embargo, en esta oportunidad su mismo afán por decidir perjudícaría su rendimiento y el del equipo. Aunque en esta fase del partido, aún no se reparaba en el problema.

Sobre todo, porque en el minuto 10, un castigo botado a la izquierda del área por Kempes, propiciaba un barullo qur no resolvería la defensa y que permitiría a Saura, el hombre que suplia en la misión «apuntilladora» al argentino esta tarde, abrir el tanteador. Si levantar un 0-1, ya era difícil, remontar dos goles tenía tintes de epopeya. Y el Barça actual anda lejos de los tonos épicos. Pero en esta ocasión el talante de los barcelonistas era bastante más rebelde e inconformista que en las últimas actuaciones. El mago, en su planteamiento no había sacado ningún conejo imprevisto del sombrero, pero había acertado en buena medida para lograr el mayor poderío atacante a nivel de equipo al que le cuesta encontrar el camino del gol. Curiosamente, la estrategia de H.H. falló mucho más en el apartado defensivo, lo que a la postre se pagó caro. En este sentido la reaparición de De la Cruz resultó poco afortunada, pese a la buena voluntad del veterano zaguero, puesto que Saura le desbordó en los instantes claves.

Ramos sujetó bien a Pablo, que pasó desapercibido, igual que Kempes, siempre temible, anduvo estrecharrente vigilado por Migueli. Olmo no fue el hombre seguro de siempre, sino que se vio dominado por los nervios, como si el brazalete de capitán le ahogase. En el aspecto ofensivo los recursos estuvieron mucho mejor aprovechados. En el centro del campo, Canito, Landáburu, Martínez y Rexach se mostraban más serenos y armonizaban mejor que Solsona, Subirats, Bonhof y Arias. Sólo Subirats inclinaba de su lado la balanza pero el gris encuentro de Bonhof y el estar en terreno de nadie de Arias, al que el rezagamiento de Rexach le creó problemas insolubles, rompían el ritmo de lOS valencianistas, que se confiaron además con el gol y se dedicaron hacer la guerra por su cuenta.

Carrasco, muy luchador aunque sin fortuna final, Simonsen, en baja forma, completaban un esquema que paulatinamente se adueñó de la situación. Y en el minuto 15, cuando Canito empató, libre de toda vigilancia por parte de Solsona, el encuentro entró en un ritmo de vértigo. Carrete no podía con Carrasco y, dos minutos después, se coló hasta la línea de fondo centrando demasiado alto para que Canito pudiese cabecear a placer. Los azulgrana, con Rexach templando el juego sabiamente y con Martínez metiendo balones de oro en profundidad, presionaban por las alas mientras desde atrás se creaban pasillos para las subidas de Canito y el propio Migueli, o de Landáburu, siempre con el gatillo apunto al borde del área. Sería Landburu, después de una buena intervención de Artola quien lograría el 1-2. Manzanedo, que reaparecía, falló clamorosamente. El Valencia estaba tocado, casi rendido.

Por un momento nos pareció revivir lo ocurrido con ocasión del último Barcelona-Real Madrid bastante. La enorme presión de las gradas se había vuelto contra el equipo de casa. Marcar primero todavía parecia haber resultado más contraproducente. El Barça había sabido abstraerse del terrible ambiente más que el Valencia, de ahí su ventaja. «Hemos marcado demasiado pronto» dijo una vez, Fernando Daucik. Una frase que se ha hecho célebre y volvió a cobrar vigencia en circunstancias parecidas.

Al Valencia, como a un boxeador «groggy», le salvó la campana del error de Olmo. Sólo tres minutos. Si el Barcelona hubiera podido mantener por más tiempo esta ventaja, seguramente ahora ensalzaríamos a otro ganador. Ni el jarro de agua fría del gol menguó la superoridad barcelonista. Fueron éstos, hasta el descanso, los mejores momentos de juego barcelonista. Martínez servía das balones de oro a Migueli y Simonsen que, no fueron gol gracias a sendas salidas impresionantes de Manzanedo. Sólo un trallazo de Solsóna, por encima del larguero, registramos en este período en el que hay que destacar la clarividencia del ex-españolista, que serenó las acciones de su equipo y, controlando y moviendo el balón, logró recomponer el mosaico que ofrecía el Valencia. El 2-2 en el descanso, sin duda fue parco con los mayores méritos azuigrana.

El segundo tiempo se inició bajo idéntico ritmo infernal con el Barça atacando. En el minuto 6 asistimos a un pim, pam, pum ante el marco de Manzanedo que no se convirtió en gol de milagro. Tiró primero Landáburu rechazó el meta, fusiló Simonsen, volvió a repeler Manzanedo, tiró Canito, otro rechace, otra vez Simonsen, desvio de un defensa y... a córner. Aquí se perdió otra oportunidad inmejorable. La elíminatoria estaba en el aire, pero era evidente que el tiempo jugaba a favor del Valencia, y también que algún jugador del Barcelona, en especial Rexach, había perdido gas. Las acciones perdieron también precisión y aunque no disminuía el coraje, las ocasiones eran menos claras. H.H., percatado de ello, y viendo como transcurrían los minutos quiso darle mayor fuerza al equipo. Zuviría y Esteban reemplazaron respectivamente, a Martínez y Carrasco. Sin embargo el relevo no surtió los efectos buscados, aunqúe tampoco haya que achacarle la culpa de lo que siguió. En definitiva, las dos primeras acciones de peligro que se registraron tuvieron color alterno. Artola realizó un paradón a falta parada por Kempes y después, un cabezazo de Migueli a córner botado por Rexach lo desvió Manzanado, pegó en el travesaño y volvió a salir a córner.

La sentencia llegaría en el minuto 33, en una jugada prototipo del mejor estilo del actual Valencia. Un contraataque casi como el que valió a Pablo el gol del Camp Nou; pero çonducido esta vez por un Saura magistral que marcó el golazo de la tarde. Aún, un minuto después, Rexach forzaba a Manzanedo, que remendó el error del gol en una intervención admirable. Pero en el minuto 37, el penalty de Olmo y Ramos a Saura permite a Kempes tranquilizar ya, definitivamente a la parroquia y aportar su contribución, la que tanto había perseguido, al triunfo. El bello gol de Canito que cerró la cuenta tuvo una significación simbólica pero resaltable, el Barça había peleado hasta el último aliento.

Poco más por decir. El Valencia carga ahora con la responsabilidad del fútbol español en la Recopa. Ha derrocado a su campeón y aspira fundamentalmente a ocupar su trono. Puede conseguirlo, aunque su equipo ofrece fisuras y altibajos preocupantes, que compensa con la clase y efectividad de sus numerosos «ases». Para el Barça, queda el último y obligado cartucho de clasificarse para la próxima Copa de la UEFA. Insistimos, jugando como lo ha hecho en Valencia hay que concederle una opción no desdeñable. Y una felicitación final a la afición valenciana, que esta vez ha tenido un comportamiento ejemplar.